Amarilis Valle
Las feministas nos hemos dado a la tarea de soñar, pensar y proponer una visión de país que nos permita desarrollarnos, ser y vivir felices, libres, seguras y sin miedo. Para nosotras el horizonte siempre sigue siendo de carácter revolucionario, que significa que le apostamos a cambios profundos en la erradicación de la discriminación, racismo, control y violencia que se expresan desde la cotidianidad hasta la vida social, política, cultural y económica en nuestro país. Ésta utopía requiere de un movimiento social que tenga como proyecto un sueño compartido que en colectividad puede llegar a ser posible. El movimiento feminista es fundamental para lograr un conjunto de acciones para lograr un proceso transformador integral, en donde la transformación sea individual y colectiva.
Por mí, por nosotras y por otras, la idea de que el nivel individual tiene que relacionarse con lo colectivo, los sistemas de opresión que queremos transformar y derribar nos han influenciado de tal manera, que no solo los tenemos internalizadoa sino los reproducimos, indudablemente la reflexión sobre nuestras prácticas, es parte de los retos pero que se nos facilitan cuando trabajamos en conjunto con otras mujeres.
La Historia siempre nos suele presentar los avances sociales conseguidos por nosotras las mujeres como la consecuencia de una mejora que marcha por sí sola, como el resultado de un proceso en el que, en todo caso, las mujeres no han influido. En cambio, la reconstrucción de la Historia muestra que las mujeres sólo han logrado conquistas sociales allí donde y cuando han habido o mujeres luchando y protagonizando esas conquistas. Han sido las luchas de muchas mujeres, las que nos permiten hoy en día gozar de derechos que en un pasado fueron negados. Mientras no cambien las sociedades en las que vivimos, serán básicamente las reivindicaciones de las mujeres las que permitirán seguir avanzando hacia una vida más justa y equitativa de nosotras las mujeres.
La lucha de las mujeres siempre ha sido invisibilizada, la necesidad que existe de un cambio civilizatorio radica en las relaciones de poder entre las mujeres guatemaltecas pero en especial entre las feministas, quienes solo a través de reconocernos como iguales en todos los ámbitos y aspectos de la vida, podremos lograr que el movimiento feminista avance sólidamente y que finalmente las relaciones de poder actualmente existentes entre hombres y mujeres de Guatemala den un giro, para permitir que los espacios de poder y toma de decisión de éste país se empiecen a ocupar por mujeres feministas que no reproduzcan los esquemas del sistema patriarcal guatemalteco, fundamentado en la poca transparencia, corrupción, falta de honorabilidad, doble moral, hipocresía pero sobre todo que no reproduzcan el sistema patriarcal hipócrita que sustenta el estado de Guatemala.
Es por ello que nosotras desde nuestras colectivas feministas consideramos como punto central elaborar estrategias conjuntas organizativas que nos lleven a establecer los caminos más adecuados para la articulación de trabajo cohesionado desde nosotras y para nosotras por medio de alianzas derivadas de un pacto de sororidad entre nosotras.
Para lograr alcanzar un pacto de sororidad entre nosotras, será necesario llevar a cabo discusiones amplias y transparentes sobre la aceptación de otras como nuestras iguales, a pesar de que no estemos completamente de acuerdo, o en su caso en desacuerdo, con la corriente feminista que practiquen. Todas y cada una de las acciones que una mujer o que otras mujeres realizan a favor de mujeres y niñas, debemos apoyarlas como una sola unidad buscando siempre el beneficio y avance colectivo.
Cada año conmemoramos el día Internacional de la mujer y recordamos que no es el día de felicitar a las mujeres por ser sumisas y darle flores, como lo ha vulgarizado el capitalismo, el 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, una importante fecha que busca reivindicar la lucha de las mujeres por la igualdad de género y el reconocimiento de sus derechos.
En 1977 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó oficialmente el 8 marzo como el "Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional", y año tras año, se conmemora en todo el mundo. Su origen es una tragedia que marcó la historia y representa un suceso trascendental en la lucha de las mujeres. Fue el 8 de marzo de 1908 un incendio en la fábrica Cotton, ubicada en Nueva York, Estados Unidos. Alrededor de 130 mujeres, trabajadoras del lugar murieron. Esas mismas mujeres se habían declarado en huelga pues exigían mejoras en sus derechos laborales, como reducir su jornada diaria a 10 horas y gozar de un salario igual al de los hombres que desempeñaban las mismas actividades. El propietario de la fábrica decidió cerrar las puertas del lugar ante las protestas, buscando así que las obreras desistieran de su idea y se fueran, pero al no lograrlo, provocó el incendio que acabó con la vida de ellas. El Día Internacional de la Mujer continúa siendo conmemorado por millones de mujeres en todo el mundo, quienes tomamos las calles para hacer más visible nuestra lucha y exigir el reconocimiento y ejercicio de nuestros derechos en todos los ámbitos, así como un alto a la violencia de género y femicidios.
En Guatemala conmemoramos con dolor la ausencia de niñas y adolescentes del hogar virgen de la Asunción que fueron asesinadas el 8 de marzo de 2017 a manos del Estado. Nos siguen faltando, pero lo que más nos falta es justicia para ellas y para las adolescentes que sobrevivieron recordamos la tragedia con indignación, ni perdón ni olvido para el Estado femicida. El 8 de marzo es un día de lucha en donde se hacen presente muchas colectivas demandando seguridad y participación política de las mujeres en términos igualitarios, ya que a medida que más mujeres tengan un lugar protagónico en la política y la cultura, el ejercicio del poder también será más democrático y el acceso a justicia será más equitativo. El feminismo es una revolución que crece, no tengas miedo de llamarte feminista o de unirte a la lucha porque al final las mujeres existimos porque resistimos, siempre vivas como mala hierba como canta Rebeca Lane.
Nunca olvidemos: El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente. Simone Beauvoir. ¡Vivas nos queremos!
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